Introspeccion y Perdon
En un momento de
introspección en mi vida, me dí cuenta que había sentimientos de culpa que no
me pertenecían.
Me refiero a situaciones que otra persona causó y que yo decidí
intervenir y tomar las riendas de la situación para que nadie más se afectara.
Irónicamente, esto afectó mis sentimientos y mi carácter como individuo. Creí
que algunas actitudes que asumía con respecto a diferentes problemas eran
actitudes innatas que estaban ahí por voluntad de Dios.
Sin embargo, cuando
choqué con la realidad de que no me pertenecían, el proceso de liberación de mi
alma fue casi de inmediato. Pude entender que yo no fuí el autor del problema,
por lo tanto, yo no tenía que seguir dejando que el mismo mecanismo de acción
siempre influyera en mi toma de decisiones. Una persona me ayudó a entender que
mi carácter era mucho mejor de lo que yo creía tener ante diferentes
circunstancias. Obviamente, dentro del proceso tuve que liberarme PERDONANDO A
OTRO. Sólo así las cosas caerían cada uno en el lugar que correspondían.
Nunca
es tarde para liberar tu alma al perdonar a alguien que sólo ha significado
dolor o problemas para tu vida. Realmente, ya no es necesario cargar con algo
de lo cual casi nadie se acuerda, sólo tú. Tal vez la confianza se haya
destruído o no sea la misma, pero ten en claro que eso no significa que un perdón
no pueda darse. No pienses qué podría pasar o pensar la otra persona, ya le has
dedicado suficiente tiempo a eso. Recuerda el mejor ejemplo de esto: Yeshua
(Jesús) le dijo a sus discípulos que al orar dijeran: "[Padre], perdóna
nuestras ofensas ASI COMO (acostumbradamente) perdonamos a quien nos
ofende."
El perdón que recibas de Dios sólo será igual que el perdón que
acostumbres dar. Ese breve proceso de liberación (entre tú y Dios) hará cosas
hermosas en tu carácter y comenzarás a retomar las riendas de tu vida. Toma la
cruz que te toca, porque al tratar de tomar otra, no caminarás nunca y el otro
individuo se sentirá más liviano y sin conciencia de responsabilidad.
Dedíca
tiempo a la salud espiritual en tí.
¡Que el Eterno te Bendiga y te Guarde!
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